Esos dos...

Solía pensar en lo que representaban esos dos.
Él parecía bastante normal, ella… bueno, de ella ya sabemos bastante, aunque quizás la desilusión no sea una constante en su vida.
Cada que podía contemplarlos, pensaba en lo perfecto que pueden llegar a ser un par de extraños que juegan a conocerse. Aunque evidentemente eso de la perfección era… bueno, es un tema de discusión en mi cabeza.
Se les veía totalmente relajados, mirándose uno al otro con ese toque místico que mis sentidos no alcanzan todavía a comprender, intercambiaban las paredes coloridas de su vida y compartían tazas de café azucarado que difuminaban las verdades y ocultaban los misterios.
Se les veía bien.
Hasta podría decir que les envidiaba, por esa conexión que tuvieron desde el primer contacto. Nunca percibí malicia alguna, no, él parecía diferente a los demás que habían venido aquí a tomar café.
Pero a veces una taza de café o una limonada natural no alcanza para jugar con el tiempo, decir lo indecible y pensar lo impensable,
Los veía felices, intentando descifrar los pictogramas con mensajes sencillos que reflejaban en sus pupilas. Exageré mis ideas para darme cuenta que él solo jugaba a besar sus risas, a encontrar sus locuras y a imaginar sus caricias, mientras ella tan solo besaba sus juegos.