Entendimiento

Hoy las calles me acompañaron en mi andar solitario y melodioso.
No existía nadie más, miles de personas sin rostro pasaban a mi alrededor y a través de mí.
Paso a paso comprendía y no comprendía…
Volvió esa angustia de sentir que el tiempo se escapa como las canciones en mis oídos, de no encontrar la palabra adecuada, la significación apropiada por mas escasamente estructurada variopinta y fragmentaria que sea. Esa vieja y conocida angustia de pensar que mi existencia se basa en la acción de respirar y reaccionar, de hacer nada, de buscar responder antes de cuestionar, de actividades repetitivas y de ser dirigida por los impulsos que modulan la energía acústica del aparato fonador...
Paseaba entre los puntos perdidos en mis bolsillos, dejando pasar los eternos segundos de preocupación corregida, cuando de la nada me observé impactada por un cúmulo de ideas abstractas que las imágenes de la estabilidad y el equilibrio reparten a diestra y siniestra.
Las multitudes desplazaban su calendario para colocar las órdenes jerárquicas de los tiempos modernos...pero la modernidad ha quedado muy lejos y yo no supe narcotizar las respuestas, solo desperté y existí, me mezclé y me dividí.

Pero no, no te preocupes, la culpa es mía por querer creer y poder crear.

Puntos suspensivos...

La inexpugnabilidad de la ciudad parece perdida; víscera alegórica casi cielo, que retrocede los puntos precisos de inexpresión colectiva, posibilidad asilente, fatalidad fractálica o arritmia clausurada tras los restos de la nada.
Omnisciente, epimetamorfo, salinizado, perfecto para un café parlante; perfecto también para un té taurino… catastrófico para un sueño musicalizado, terrible para el himen del verbo.
Puntos suspensivos…



Mientras moría de frío, escuchaba musica y platicaba con Fita