Solo a veces...

A veces me gusta perderme entre las interminables notas del pensamiento humano, tratando con fuerzas poder ignorar la gravedad.
Me gusta provocar esa necesidad mía de sentirme entendida, con mis palabras de aspecto taciturno.
A veces también, cuando se acerca la noche y trae consigo, entre sus cabellos, o agarradita de la mano la inspiración suficiente para deshacer el disfraz, me gusta reflejar los residuos de lo que pude haber sido, buscar razón suficiente para olvidar el vago y barato sentimentalismo, ese que al final me deja sin nada.
No sé qué tan desolada pueda parecer una triste mirada leyendo las figuras, perdiendo su vida entre adjetivos y gerundios.
Exijo mi derecho a replicar… pero me pierdo, como la lejanía, como el parecido, como las respuestas, como el mar, como el tiempo, cargando con esta ansiedad que adorna nuestro silencio o quizás solo sea yo la que calla…
A veces quisiera solo murmurar la idea de cruzar la línea que divide a la perfección de las cosas pequeñas, del beso escondido en nuestros ecos, de las sonrisas y memorias perdidas en una obra de arte no tan perfecta, tan frágil y ligera como los hilos que se desprenden de aquel viejo pantalón.
Rescato, a veces, del vapor de las coladeras, las estrellas detonantes de mi impacto visual y tu sentido auditivo, consintiendo con brailles nuestros silencios vagos en ocasiones vespertinas… bajo la cama o en la azotea, encontrando la constante dentro del mundo de la variabilidad y la vulnerabilidad.

A veces me gustaría poder guardar el miedo, la frustración y la ansiedad en el buró.
Y a los demás, les envidio.