Here, there... everywhere

Han pasado varios días y con ellos las lluvias que han intentado lavar mis ilusiones manchadas con café.

Si tuvieras la mala fortuna de encontrarme caminando, estoy segura que apenas podrías reconocerme, me he ido consumiendo al igual que se han consumido una gran cantidad de cigarrillos que me han servido para sobrellevar tu ausencia...

Ya no me queda nada más que pueda matar, la esperanza ha decidido morirse, así, sin más, se ahogó en tu saliva, entre tantas palabras de aliento y de frágiles gritos al viento.

La angustia volvió, como suele volver cada diciembre con sus adornos, sus risas, sus regalos y su paz, que ahora me parece tan ajena. Mi cuerpo ha recaído en los viejos vicios y miedos que por un instante pensé superados, las incansables sirenas vuelven a estremecer mi cuerpo y a obligarme a salir corriendo y buscar esconderme bajo la mesa, tratando de encontrar un refugio, como esos que solía construir cuando era pequeña.

Ya no puedo visitar ese pequeño rincón en el mundo que me hacía inmensamente feliz sin que en cada espacio, resalten pedazos de tu voz, tu mirada, de tus besos y tu sonrisa. Estoy tan monocrómatica que ahora me ha dado por cambiar la canción cuando algún beatle se asoma a saludar.

Qué mala fortuna preferir aguantar la respiración para darte aire suficiente, qué mala fortuna esforzarme a tomar decisiones que están más allá de mi alcance y mis competencias... qué mala fortuna que no hayas escuchado que soñaba con un reciclaje de nuestras últimas palabras.

Tu ausencia me hace sentir tan pretérita, que estos años ya solo significan nada.

1 comentarios:

Blascone dijo...

"Tu ausencia me hace sentir tan pretérita, que estos años ya solo significan nada"

Sin duda un final contundente para tan fuerte escrito. Me gusta... me gusta lo que dices, mas no el sentimiento... ese es de muerte, y lo que es peor, de muerte en vida.