Intento fallido por superar la subjetividad...

Después de rimar sus conceptos me quedé en silencio, como suele ocurrir cada vez que me mira, y pretendiendo entender todo, me mordí la voz, como aquel libro que narra su historia.
El escenario había cambiado desde la última vez que estuvimos ahí. El cielo parecía oscurecer más rápido de lo normal, las sombras de los árboles bañaban las calles desiertas y nuestras miradas buscaban apenas no encontrarse.
Había algo raro en el ambiente, como si pudiera notar los restos de una ciudad que apenas dormía y que cada segundo estaba atenta a cualquier movimiento suyo o mío. Estaba fuera de mí, o quizá demasiado en mí (recordando aquí, lo sentido en otras líneas), estaba inundada de pensamientos, algunos de ellos…vacíos.

Debieron pasar varios minutos, y yo seguía ahí inmóvil, mis labios se mostraban resecos y mis ojos lloraban como si esperaran que alguien bebiera de ellos, con sorbos largos y pequeños, y me ayudara así a entender que lo que me tenía así no se acercaba ni pequeñamente a sus ganas de inspiración. Pero aquellos pensamientos (los no vacíos) no daban tregua.
Él estuvo ahí, mirándome, tratando de leer mis suspiros, escuchando mi silencio; yo no sentía mis dedos, ni mis piernas, y el aire, que se había vuelto frío, inmovilizaba mi rostro.
De pronto sentí calor, sus manos estaban en mis mejillas, en mis cabellos, su cuerpo se abrazaba al mío y nuestras narices se reconocían mientras nuestros ojos se exploraban sin entender el por qué de tanto abismo.

Volvieron a pasar los minutos, rápidamente, lentamente, no lo sé. Pero permanecimos ahí, hablando insistentemente de esas cosas que tanto él como yo, sabemos ya a la perfección.
Pero, ese ronquido se me ha clavado muy adentro. Después de todo, lo que a simple vista parece sencillo es lo más difícil de lograr.

0 comentarios: