Son las 4 de la mañana, me despierto pensando en tomar una taza de café cargado, con 2 cucharadas de azúcar y un toque de canela. Enciendo la lámpara sobre la mesa; quizá con ella pueda revertir los efectos de las últimas 5 horas y en cuestión de claridades ayudarme a escribir unas cuantas líneas para presumirle al día.
Pero no: la lámpara no augura buenos resultados, sus suaves lazos me resultan lastimosos.
Me levanto de la cama y doy unos cuantos pasos en la habitación, tratando de alejar ese pensamiento terrible del reflejo aturdido que pretendo ser por las mañanas.
Mi mirada desciende lenta, hastiada; recorre cada rincón, te busca… te busca.
Hay partes de ti regados por aquí. No te veo, pero estas. Es una trampa. No tengo dudas.
1 comentarios:
tus lunares todos y tu talento… intacto.
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